martes, 15 de septiembre de 2015

BIOSEGURIDAD E HIGIENE EN EL CONTROL SANITARIO EN EQUINOS

M.V. Roliana Mercedes Sanchez
Rolianam@gmail.com


En un establecimiento de cría equina se hace indispensable en control en materia de salud animal. La efectividad de los planes sanitarios de prevención de enfermedades infecto-contagiosas puede no ser suficiente, por lo que se debe prestar atención a otro aspecto importante de la prevención de enfermedades como es la desinfección. Aunque la vacunación juega un importante papel al evitar enfermedades, nadie garantiza que sea 100% efectiva. Más importante aún, existen enfermedades que no cuentan con vacunación, como es el caso de la salmonelosis, a pesar de ser una enfermedad infecciosa que puede propagarse rápidamente a través de una manada, causando estragos en un criadero de caballos.

Afortunadamente, existen equipos de desinfección regular que pueden ayudar a mantener dichos brotes a raya. Aunque la desinfección periódica puede parecer laboriosa y costosa, se debe tener en cuenta las consecuencias de no desinfectar.

La desinfección de rutina no es sólo un buen manejo, es un componente necesario en un adecuado programa de prevención de enfermedades.

Conociendo las enfermedades

Cuando se planifica un programa de prevención de enfermedades infecciosas en un haras o criadero, primero se debe considerar las formas más comunes de enfermedades, como ingresan y como se transmiten.

Una vez que se entienda cómo se propaga una enfermedad en particular, se puede crear una estrategia dirigida a controlar los factores relevantes en el ambiente. Por ejemplo, si una determinada enfermedad común en su área se extiende a través de las picaduras de insectos, debe centrarse en el control de las poblaciones de mosquitos y moscas. Por otro lado, si la enfermedad puede transmitirse a través del contacto con secreciones corporales u otras sustancias en potreros y establos, la desinfección de sus instalaciones es un método indispensable de control.

Enfermedades como la papera o adenitis equina y la salmonelosis son causadas por bacterias que pueden sobrevivir y multiplicarse en animales que viven fuera, sobre todo en superficies húmedas y en presencia de materia orgánica. Por lo tanto, además de ser difundida por contacto entre caballos sanos y enfermos, la adenitis también se transmite frecuentemente por fómites (objetos sobre los que los patógenos pueden adherirse e infectar a otros animales), tales como jáquimas, botas, cepillos, y bebederos.

Las rutas más comunes de propagación de virus respiratorios como la influenza, rinoneumonitis y la arteritis viral equina son por contacto directo nariz a nariz entre un animal sano y uno enfermo, por contacto con las secreciones nasales, y la transmisión por aerosoles (estornudos).

Esto ilustra claramente la necesidad de desinfectar las superficies, permitiendo la eliminación de los virus y bacterias que sobreviven en puestos y establos propagando las enfermedades por la contaminación ambiental.

Desafíos para la desinfección

Debido a las complicadas interacciones entre los agentes patógenos, desinfectantes y superficies, hay muchas variables a tener en cuenta antes de desinfectar las cuadras. La concentración del desinfectante, la duración de su contacto con la superficie, la temperatura ambiente, las características de la superficie que está siendo desinfectada, la presencia de materia orgánica, y la resistencia del organismo a desinfectar afectara el éxito del proceso.
Las superficies lisas, no porosas son limpiadas y desinfectadas con mayor facilidad. Mientras mayor cantidad de material orgánico como tierra o estiércol este presente, menos eficaz será la desinfección, por lo tanto, se debe en primer lugar lavar con abundante agua y jabón y eliminar los restos de este material.

El hecho de que muchos desinfectantes son desactivados por la materia orgánica explica por qué el paso de la limpieza en el proceso de desinfección es tan importante. La limpieza elimina aproximadamente el 90% de las bacterias, mientras que un 6-7% se elimina por la desinfección.

Desafortunadamente, el diseño de muchos puestos y cuadras no es propicio para la limpieza a fondo, la mayoría de los puestos están hechos con bloques porosos y suelos arcillosos compactos. Estos tipos de pisos no se pueden limpiar eficazmente y resultan casi imposibles de desinfectar con desinfectantes comerciales.

Elección de la solución desinfectante

En primer lugar, y con la ayuda del veterinario se debe evaluar el tipo de patógenos que son motivo de especial preocupación en el área. Al evaluar el desinfectante, hay que tomar en cuenta su eficacia en presencia de materia orgánica y agua, su actividad germicida contra tus patógenos que desee atacar, y el costo, así como qué tan seguro es utilizar alrededor de animales y seres humanos.

Para la desinfección de rutina, se debe luchar contra una amplia gama de organismos y por lo tanto se necesita un desinfectante con un amplio espectro de actividad antimicrobiana.
Por otro lado, si deseamos combatir una enfermedad o agente específico, se debe considerar el tipo de agente que estamos tratando. Por ejemplo, los rotavirus son virus no envueltos y sólo son susceptibles a unos tipos de desinfectantes específicos. 
Comercialmente los desinfectantes disponibles se dividen en varias categorías, incluyendo fenoles, yodóforos (por ejemplo, yodo povidona), hipocloritos, clorhexidina, compuestos de amonio cuaternario, y otros.

Los yodóforos, que son virucidas y bactericidas, se utilizan generalmente para el lavado de manos y la limpieza de equipos, no para la desinfección de las instalaciones equinas. Los alcoholes y clorhexidina son fácilmente disponibles y eficaces en la mayoría de superficies, pero se inactivan rápidamente por la materia orgánica. Porque la mayoría de los patógenos equinos se encuentran en algún tipo de materia orgánica (ya sean heces, orina o secreciones nasales), esto hace que este tipo de desinfectantes sean inútiles en las instalaciones donde existe una cantidad significativa de tierra o estiércol.

Los compuestos de amonio cuaternario, que tienen un nivel de actividad moderada ante la presencia de materia orgánica y una buena tolerancia al agua, son una mejor opción para la desinfección de superficies. Estos se utilizan comúnmente en restaurantes, comedores y cocinas.

Los desinfectantes fenólicos tienen un mayor nivel de actividad en materia orgánica. Se consideran generalmente la mejor opción para la desinfección de los establos equinos. Su mayor inconveniente, sin embargo, es que son cáusticos para la piel, membranas mucosas, e inclusive metales. Por lo tanto, se deben manejar cuidadosamente y con la protección adecuada.

Limpieza y desinfección

Cuando hablamos del proceso de desinfección, debemos tener presente que es un proceso que requerirá algo de tiempo, ya que hay varios pasos y tiempo de secado involucrados.
El primer paso es disponer de toda la materia orgánica presente como lo son estiércol, orina, heno, viruta, alimento, tierra, etc. Luego raspar a fondo y limpiar todas las superficies de los puestos y cuadras. Se puede utilizar una manguera y agua a presión.

Una vez que haya retirado la mayor cantidad de materia orgánica posible, y teniendo completamente limpias todas las superficies se utiliza detergente y se lava con una manguera de baja presión. Es importante lavar cuidadosamente desde la parte superior hacia la parte inferior. Luego se deja que la superficie se seque por completo. Una vez que las superficies que va a desinfectar estén limpias y secas, se diluye el desinfectante de acuerdo con sus instrucciones. Se debe rociar el desinfectante en todas las superficies no porosas y dejar que se seque. No enjuague. Permitir que el desinfectante se seque maximiza el tiempo de contacto de la sustancia química con los agentes patógenos.

El materia de aseo y limpieza diaria también debe lavarse y rociarse con el desinfectante hasta que quede completamente seco. Igualmente los baldes y tinas de alimentación deben limpiarse, rociados con desinfectante y enjuagarse con agua limpia.

Bioseguridad diaria

Aunque la desinfección anual puede ayudar a controlar la propagación de las enfermedades, también es importante tomar medidas diarias para minimizar los riesgos de salud de los caballos.

Los procedimientos de separación son vitales para prevenir enfermedades en los haras. Todas las operaciones de caballos que embarquen poblaciones transitorias deben tener dos grupos de caballos. La población residente que nunca viaja fuera de la finca y la población flotante que viaja a espectáculos, exposiciones, eventos  y paseos a caballo. Estos dos grupos deben ser alojados, manejados y pastoreados por separado, de forma permanente.

Cuando se introduce un nuevo caballo al haras, se debe aislar al menos durante 30 días. Un área de cuarentena debe establecerse antes de la llegada de nuevos animales, y debe estar separada de los demás animales de la finca. El área debe contener utensilios separados (comederos, bebederos, instrumentos de limpieza, botas, entre otros).

Otro aspecto importante es el de contar con pediluvios al trasladarse de un área a otra, los cuales estén preparados con soluciones desinfectantes. Igualmente, los vehículos que ingresen a las instalaciones de la finca deben ser rociados con desinfectantes, por medio de esta medida se busca minimizar los posibles patógenos que puedan ingresar al haras.

En conclusión, al mantener el plan de vacunación de los ejemplares al día, el mantenimiento de una instalación limpia, instituyendo varias precauciones de bioseguridad simples, y desinfectando regularmente cuadras y puestos, se tendrán mejores condiciones para prevenir y controlar las enfermedades que puedan estar presentes en el haras.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

NEUMOUTERO Y VULVOPLASTIA EN YEGUAS

M.V. Roliana Mercedes Sánchez
Rolianam@gmail.com

La presencia de aire en el interior del útero es conocida como neumoutero, mientras que el aire alojado en el interior de la vagina se conoce como neumovagina. El aire es reconocido ultrasonograficamente por múltiple presencia de reflexiones hiperecogenicas. La presencia de aire es normal hasta 24 horas después de la monta, posterior a ello indica neumoutero, lo que refleja una falla en las barreras perianales de la yegua. En estos casos se requiere realizar una vulvoplastia, mejor conocida como Cirugía Caslick.

Fig. 1. Los reflejos hiperecogénicos en el cuerpo uterino son indicativos de neumoutero

Vulvoplastía:

La yegua posee tres (3) barreras naturales en contra de la introducción de material extraño dentro del útero: el sello formado por los labios vulvares, el pliegue vestivulovaginal y el cérvix. Cuando una o mas de estas barreras cean su función el riesgo de introducción de material extraño, heces, aire, bacterias e infecciones potenciales incrementa. Las yeguas desarrollan predisposición a esta patología cuando la conformación de los labios vulvares no forma un sello real, ya sea por laxitud o falta de tonicidad, o cuando durante el parto se producen traumatismos y laceraciones en la vulva. Así mismo, las yeguas viejas o yeguas muy delgadas tienen pobre conformación perianal.  El paso de material extraño (heces, aire) produce una respuesta inflamatoria en el útero y la presencia de eosinófilos en la citología se ha asociado a la aspiración y presencia de aire dentro del útero.

Durante la estación reproductiva es importante evaluar la conformación perianal de las yeguas y la integridad de los labios vulvares, así como el pliegue vestibulovaginal y el cérvix. Es importante también determinar el índice Caslick (Dr. E. A. Caslick, 1937), donde se evalúa el ángulo o la inclinación de la vulva. Un ángulo de 80º de inclinación es lo normal esperado, pero un ángulo de 50º se correlaciona con el desarrollo de neumovagina.  El índice Caslick no es especifico, deben evaluarse todos los aspectos (barreras) considerándolas en conjunto para asi realizar el procedimiento. La conformación perianal de las yeguas puede cambiar con la edad, número de partos y la condición corporal.

Descripción de la Técnica:

Debe restringirse adecuadamente a la yegua a la cual se le realizara la vulvoplastia, y de ser necesario sedar al ejemplar. Se sujeta a un lado la cola para que no interfiera en el procedimiento. Se limpia cuidadosamente el área perianal con agua limpia y jabón. Los bordes de cada labio de la vulva se infiltran con lidocaína al 2% utilizando una aguja de calibre 21 o más iniciando unos 2 cm por encima del piso de la pelvis y hacia la comisura dorsal. Una vez distendidos los labios vulvares y correctamente anestesiados se remueven de 6 a 8 mm de mucosa desde el margen del labio, teniendo cuidado de no remover piel. Se puede efectuar el procedimiento con el uso de tijeras quirúrgicas y pinzas de disección. El objetivo es remover la cantidad mínima de mucosa y al mismo tiempo crear un borde fresco para unir con aposición los dos labios vulvares. Si se toma muy poco tejido o no se enfrentan limpiamente los bordes creando buena aposición se pueden formar fistulas al momento de la cicatrización. No debe removerse cantidades excesivas de piel ya que crea una fibrosis excesiva y se hace dificultoso el procedimiento en las preñeces subsiguientes.

Fig. 2. Infiltración de los labios vulvares con anestesia local
Fig. 3. Los labios vulvares se muestran debridados y preparados para la sutura

Fig. 4. En la ilustración se muestra un patrón de sutura simple continuo 

El patrón se sutura puede ser variado, desde un simple continuo a un simple entrelazado, puntos simples o en forma de U invertida, todo dependerá del grado de inclinación de la vulva, fibrosis presente u otros. Se puede usar una sutura no absorbible teniendo cuidado de retirar los puntos una vez cicatrizados.

Fig. 5. Vulvoplastia terminada con un patrón de sutura simple entrelazado
Es importante tener en cuenta que si se realiza la vulvoplastia a una yegua vacía, los puntos deben ser retirados al momento del servicio con el semental, ya que las suturas pueden producir laceraciones en el pene del semental. Igualmente en el caso de las yeguas preñadas, se les debe realizar la episiotomía de la zona perianal 15 a 20 días antes del parto, utilizando anestesia local.

Tomado de: Blanchar T, Varner, D, Schumacher L, Love J, Brinsko C, Rigby S, Sherri L. Manual of Equine Reproduction.  Editorial Mosby. Tercera Edición. Missouri, Estados Unidos de América 2011. Pág. 229, 231.


viernes, 4 de septiembre de 2015

ADENITIS EQUINA

M.V. Roliana Mercedes Sánchez
Rolianam@gmail.com

La adenitis o papera equina es una enfermedad bacteriana infecciosa, aguda, contagiosa que afecta a equinos y cuya difusión es mundial.  Esta infección bacteriana, que afecta principalmente las vías respiratorias superiores, de muy fácil contagio y que puede tener consecuencias especialmente devastadoras en yeguadas o hípicas con alta densidad de animales.  Streptococcus equi subsp. equi es el agente causal de la papera equina. Esta bacteria Gram-positiva, clasificada dentro de los estreptococos como Beta-hemolítico y grupo C de Lancefield, tiene una distribución mundial y mantiene una gran homogeneidad antigénica en las diferentes localizaciones geográficas.

S. equi subsp. equi entra en el organismo por vía oro-nasal y se adhiere a las células de las criptas tonsilares palatinas y linguales. En unas pocas horas la bacteria se localiza intracelularmente en el epitelio y subepitelio folicular y migra hasta los ganglios linfáticos que drenan las regiones faríngea y tonsilar. Los factores quimiotácticos generados por la bacteria atraen gran número de polimorfonucleados neutrófilos a estos ganglios regionales, aunque el desarrollo de un absceso no será evidente hasta pasados de 3 a 5 días.

S. equi subsp. equi posee múltiples factores patogénicos (cápsula, ciertas proteínas específicas y otros aún desconocidos) que dificultan o impiden la fagocitosis de la bacteria por parte de los glóbulos blancos. Esta situación culmina con la formación de un absceso encapsulado, que contiene una acumulación de pus formada por múltiples bacterias extracelulares y enormes cantidades de neutrófilos degenerados. La eliminación final de la infección se producirá por maduración del absceso conllevando una lisis de la cápsula y un drenaje de su contenido.

Aunque las paperas afectan principalmente las vías respiratorias superiores, incluyendo faringe, bolsas guturales y los ganglios linfáticos asociados, ocasionalmente puede ocurrir una metástasis de la infección a otras localizaciones. La diseminación de la bacteria puede producirse por vía hematógena o a través de la red de canales linfáticos, lo que resulta en la abscedación de ganglios linfáticos y otros órganos de las regiones torácica y abdominal. También se han descrito metástasis en el sistema nervioso central. 

La linfadenitis causada por S. equi subsp. equi puede afectar cualquier grupo de edad, aunque los signos clínicos son en general más severos en individuos jóvenes o en animales que no han tenido exposición previa a la enfermedad. La mortalidad de la enfermedad es por lo general baja (2% a 3%), mientras que la morbilidad es elevada y puede rondar el 100% de individuos en poblaciones susceptibles. La transmisión de la enfermedad se produce a través del contacto de un individuo susceptible con secreciones infectadas, ya sea por contacto directo entre animales o indirectamente mediante fómites, incluyendo el personal que maneja los animales y el material compartido (equipo, herramientas de limpieza, comederos, etc.).

Una fuente importante de contagio de la papera equina la constituyen los animales clínicamente enfermos, que eliminan la bacteria continuamente o de forma intermitente en las secreciones nasales y el pus que drena de los ganglios linfáticos infectados. La transmisión a distancia, mediante aerosoles, no parece ser una vía importante en la transmisión de esta enfermedad. Los animales convalecientes también pueden suponer una fuente de contagio, ya que la mayoría excretan S. equi subsp. equi hasta 3 a 4 semanas después de haber superado la enfermedad clínica. Una pequeña proporción de animales que se hayan recuperado de la enfermedad quedará portador asintomático de la bacteria, siendo capaz de excretarla de manera intermitente en sus secreciones nasales durante meses o incluso años.


Se puede presentar de dos formas. El cuadro clásico, más o menos severo, desarrollado por los animales más susceptibles a la infección, donde el periodo de incubación varía entre 1 y 14 días, dependiendo de la carga bacteriana del inoculo y de la susceptibilidad del animal. El primer signo clínico es la fiebre alta (hasta 42° C), acompañada de depresión y anorexia. Posteriormente se observa el desarrollo progresivo de linfadenopatía regional, que afecta típicamente los ganglios de la cabeza y cuello. Una linfadenopatía severa, particularmente retrofaríngea, puede provocar disfagia y una obstrucción parcial de las vías respiratorias superiores, lo que en casos graves puede requerir una traqueotomía de urgencia. La inflamación regional y/o un efecto compresivo pueden afectar al nervio laríngeo recurrente y desarrollarse como consecuencia una hemiplejía laríngea temporl. Puede aparecer empiema de las bolsas guturales como consecuencia del drenaje de los ganglios retrofaríngeos abscedados o simplemente secundario a la colonización bacteriana de la zona.  La colonización bacteriana regional puede afectar también los senos paranasales, cursando la infección con sinusitis y constituyendo una alternativa a las bolsas guturales como lugar de persistencia de la infección. La bronconeumonía es la complicación de la infección que a menudo tiene un pronóstico fatal.

La otra forma de presentación incluye al cuadro más leve, que no presenta las manifestaciones “clásicas”, que afecta la mayoría de animales infectados en un brote de paperas. Se trata de una infección transitoria y auto limitante, a veces casi subclínica, caracterizada por signos inespecíficos de infección de vías respiratorias altas (pirexia, depresión, linfadenopatía, secreción nasal) pero sin el desarrollo de secuelas más importantes, como formación de abscesos, empiema o infecciones metastásicas. Clínicamente se parece mucho a una infección viral y a menudo no se reconoce como papera equina a menos que se tomen muestras para identificar el agente responsable.  

Durante el examen físico es importante identificar todos los linfonodos afectados, ya que esto favorecerá la correcta monitorización de la enfermedad. La linfadenopatía submandibular suele ser de fácil detección en el examen físico, mientras que la retrofaríngea puede no ser evidente hasta que el tamaño de los linfonodos es considerable o incluso necesitar de exámenes complementarios (endoscopia, radiografía, ecografía) para su detección.

Los caballos afectados de paperas presentan un perfil hematológico inflamatorio bastante clásico. En la fase aguda, presentan una leucocitosis neutrofílica que se complementa típicamente con una elevación del fibrinógeno sanguíneo a medida que los abscesos se desarrollan. En los casos de infección metastásica, la cronicidad del proceso puede a menudo haber moderado o normalizado el perfil leucocitario, siendo la elevación persistente del fibrinógeno la que nos debe hacer sospechar un proceso inflamatorio activo. Los portadores asintomáticos o los casos de empiema de bolsas guturales crónicos a menudo no muestran anomalías en el hemograma.  Es de utilidad diagnóstica la realización del examen endoscópico, radiográfico y/o ecográfico, así como cultivos, serología y PCR.

El tratamiento de la presentación clásica consiste en proporcionar al paciente el reposo adecuado, un establo seco y confortable y cantidades adecuadas de alimento de buena calidad, mientras se deja a la enfermedad seguir su curso. Es interesante escoger ingredientes alimenticios apetitosos, preparados en forma húmeda y/o blanda para estimular su ingestión por un animal deprimido y favorecer su paso por una faringe inflamada y dolorosa. El agua y el alimento deben ser de fácil acceso al caballo, siendo importante en determinados casos situar los recipientes a una altura conveniente para minimizar el movimiento de una garganta dolorosa.

Durante un brote de paperas, el tratamiento antibiótico inmediato de los nuevos casos detectados en la fase aguda de la enfermedad (con sólo fiebre y depresión, pero sin evidencia de linfadenopatía) puede ser curativo y evitar el desarrollo de abscesos. Entre 3 y 5 días de tratamiento antibiótico son necesarios para controlar la infección. La ventaja de este enfoque es que se evita el engorroso proceso de maduración, drenaje y cicatrización de los ganglios abscedados, minimizando a su vez la carga ambiental del agente infeccioso. El inconveniente es que se evita el desarrollo de una inmunidad protectora, siendo el animal todavía susceptible de contraer la enfermedad si se le expone a la bacteria una vez finalizado el tratamiento antibiótico, por lo que estos pacientes deben ser retirados a tiempo de la zona “contagiosa”. Por otro lado, la detección temprana y tratamiento antibiótico de estos individuos en “fase aguda” de la enfermedad puede minimizar las consecuencias potencialmente devastadoras que un brote puede tener en instalaciones. 

Una vez que aparecen signos externos de linfadenopatía en un paciente, la antibioterapia está probablemente contraindicada. El antibiótico tiene un acceso adecuado a la bacteria mientras el absceso no se ha desarrollado. Una vez iniciado el proceso abscedativo, aunque la terapia antibiótica proporcione una mejora clínica temporal de la infección ganglionar, éste continuará su curso cuando se interrumpa el medicamento ya que una parte de las bacterias no habrá podido ser eliminada. La terapia en estos casos debe orientarse hacia el estímulo de la maduración del absceso, permitiendo que la enfermedad siga su evolución natural. 

Ocasionalmente, en casos en los que el animal se encuentre severamente febril, anoréxico y disneico a causa de su linfadenopatía, los antibióticos están indicados a fin de disminuir el tamaño del absceso en formación y evitar complicaciones más graves. Del mismo modo, un animal que requiera una traqueotomía debería ser puesto bajo antibioterapia de cobertura para prevenir neumonías secundarias. Algunos clínicos creen beneficioso comenzar una antibioterapia una vez los abscesos se han abierto, lo que podría acelerar la recuperación, mejorar el apetito y minimizar la pérdida de condición física.

La prevención de la enfermedad esta basada en el plan de vacunación contra el Streptococcus equi subsp. equi mediante la administración de vacunas que se encuentran disponibles comercialmente en el mercado. La primovacunación en potros se recomienda realizarla a los 6 meses de edad, con un refuerzo a los 15 a 21 días posterior a la primera administración. En los ejemplares adultos se recomienda un refuerzo anual de la vacuna.

Tomado de: 1.    CESARINI LATORRE, Carla. CORRADINI CAMPI, Ignacio. La Papera Equina: infección por Streptococcus equi subsp. equi. Revista Equinus. Editorial Alcalanthis. Madrid, España. Vol. 2. Nro. 21. Mayo, 2008.

CONSIDERACIONES SOBRE PREÑECES DE ALTO RIESGO EN YEGUAS

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