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En un establecimiento de
cría equina se hace indispensable en control en materia de salud animal. La
efectividad de los planes sanitarios de prevención de enfermedades
infecto-contagiosas puede no ser suficiente, por lo que se debe prestar
atención a otro aspecto importante de la prevención de enfermedades como es la
desinfección. Aunque la vacunación juega un importante papel al evitar enfermedades,
nadie garantiza que sea 100% efectiva. Más importante aún, existen enfermedades
que no cuentan con vacunación, como es el caso de la salmonelosis, a pesar de ser
una enfermedad infecciosa que puede propagarse rápidamente a través de una
manada, causando estragos en un criadero de caballos.
Afortunadamente, existen equipos
de desinfección regular que pueden ayudar a mantener dichos brotes a raya.
Aunque la desinfección periódica puede parecer laboriosa y costosa, se debe
tener en cuenta las consecuencias de no desinfectar.
La desinfección de rutina no
es sólo un buen manejo, es un componente necesario en un adecuado programa de
prevención de enfermedades.
Conociendo
las enfermedades
Cuando se planifica un
programa de prevención de enfermedades infecciosas en un haras o criadero,
primero se debe considerar las formas más comunes de enfermedades, como
ingresan y como se transmiten.
Una vez que se entienda cómo
se propaga una enfermedad en particular, se puede crear una estrategia dirigida
a controlar los factores relevantes en el ambiente. Por ejemplo, si una
determinada enfermedad común en su área se extiende a través de las picaduras
de insectos, debe centrarse en el control de las poblaciones de mosquitos y
moscas. Por otro lado, si la enfermedad puede transmitirse a través del
contacto con secreciones corporales u otras sustancias en potreros y establos, la
desinfección de sus instalaciones es un método indispensable de control.
Enfermedades como la papera
o adenitis equina y la salmonelosis son causadas por bacterias que pueden
sobrevivir y multiplicarse en animales que viven fuera, sobre todo en
superficies húmedas y en presencia de materia orgánica. Por lo tanto, además de
ser difundida por contacto entre caballos sanos y enfermos, la adenitis también
se transmite frecuentemente por fómites (objetos sobre los que los patógenos
pueden adherirse e infectar a otros animales), tales como jáquimas, botas, cepillos,
y bebederos.
Las rutas más comunes de
propagación de virus respiratorios como la influenza, rinoneumonitis y la
arteritis viral equina son por contacto directo nariz a nariz entre un animal
sano y uno enfermo, por contacto con las secreciones nasales, y la transmisión
por aerosoles (estornudos).
Esto ilustra claramente la
necesidad de desinfectar las superficies, permitiendo la eliminación de los
virus y bacterias que sobreviven en puestos y establos propagando las enfermedades
por la contaminación ambiental.
Desafíos
para la desinfección
Debido a las complicadas
interacciones entre los agentes patógenos, desinfectantes y superficies, hay
muchas variables a tener en cuenta antes de desinfectar las cuadras. La
concentración del desinfectante, la duración de su contacto con la superficie,
la temperatura ambiente, las características de la superficie que está siendo
desinfectada, la presencia de materia orgánica, y la resistencia del organismo
a desinfectar afectara el éxito del proceso.
Las superficies lisas, no porosas
son limpiadas y desinfectadas con mayor facilidad. Mientras mayor cantidad de
material orgánico como tierra o estiércol este presente, menos eficaz será la
desinfección, por lo tanto, se debe en primer lugar lavar con abundante agua y
jabón y eliminar los restos de este material.
El hecho de que muchos
desinfectantes son desactivados por la materia orgánica explica por qué el paso
de la limpieza en el proceso de desinfección es tan importante. La limpieza
elimina aproximadamente el 90% de las bacterias, mientras que un 6-7% se elimina
por la desinfección.
Desafortunadamente, el
diseño de muchos puestos y cuadras no es propicio para la limpieza a fondo, la
mayoría de los puestos están hechos con bloques porosos y suelos arcillosos
compactos. Estos tipos de pisos no se pueden limpiar eficazmente y resultan
casi imposibles de desinfectar con desinfectantes comerciales.
Elección
de la solución desinfectante
En primer lugar, y con la
ayuda del veterinario se debe evaluar el tipo de patógenos que son motivo de
especial preocupación en el área. Al evaluar el desinfectante, hay que tomar en
cuenta su eficacia en presencia de materia orgánica y agua, su actividad
germicida contra tus patógenos que desee atacar, y el costo, así como qué tan
seguro es utilizar alrededor de animales y seres humanos.
Para la desinfección de
rutina, se debe luchar contra una amplia gama de organismos y por lo tanto se
necesita un desinfectante con un amplio espectro de actividad antimicrobiana.
Por otro lado, si deseamos
combatir una enfermedad o agente específico, se debe considerar el tipo de
agente que estamos tratando. Por ejemplo, los rotavirus son virus no envueltos
y sólo son susceptibles a unos tipos de desinfectantes específicos.
Comercialmente los desinfectantes
disponibles se dividen en varias categorías, incluyendo fenoles, yodóforos (por
ejemplo, yodo povidona), hipocloritos, clorhexidina, compuestos de amonio
cuaternario, y otros.
Los yodóforos, que son
virucidas y bactericidas, se utilizan generalmente para el lavado de manos y la
limpieza de equipos, no para la desinfección de las instalaciones equinas. Los
alcoholes y clorhexidina son fácilmente disponibles y eficaces en la mayoría de
superficies, pero se inactivan rápidamente por la materia orgánica. Porque la
mayoría de los patógenos equinos se encuentran en algún tipo de materia
orgánica (ya sean heces, orina o secreciones nasales), esto hace que este tipo
de desinfectantes sean inútiles en las instalaciones donde existe una cantidad
significativa de tierra o estiércol.
Los compuestos de amonio
cuaternario, que tienen un nivel de actividad moderada ante la presencia de
materia orgánica y una buena tolerancia al agua, son una mejor opción para la
desinfección de superficies. Estos se utilizan comúnmente en restaurantes,
comedores y cocinas.
Los desinfectantes fenólicos
tienen un mayor nivel de actividad en materia orgánica. Se consideran
generalmente la mejor opción para la desinfección de los establos equinos. Su
mayor inconveniente, sin embargo, es que son cáusticos para la piel, membranas
mucosas, e inclusive metales. Por lo tanto, se deben manejar cuidadosamente y
con la protección adecuada.
Limpieza
y desinfección
Cuando hablamos del proceso
de desinfección, debemos tener presente que es un proceso que requerirá algo de
tiempo, ya que hay varios pasos y tiempo de secado involucrados.
El primer paso es disponer
de toda la materia orgánica presente como lo son estiércol, orina, heno,
viruta, alimento, tierra, etc. Luego raspar a fondo y limpiar todas las
superficies de los puestos y cuadras. Se puede utilizar una manguera y agua a
presión.
Una vez que haya retirado la
mayor cantidad de materia orgánica posible, y teniendo completamente limpias
todas las superficies se utiliza detergente y se lava con una manguera de baja
presión. Es importante lavar cuidadosamente desde la parte superior hacia la
parte inferior. Luego se deja que la superficie se seque por completo. Una vez
que las superficies que va a desinfectar estén limpias y secas, se diluye el
desinfectante de acuerdo con sus instrucciones. Se debe rociar el desinfectante
en todas las superficies no porosas y dejar que se seque. No enjuague. Permitir
que el desinfectante se seque maximiza el tiempo de contacto de la sustancia
química con los agentes patógenos.
El materia de aseo y
limpieza diaria también debe lavarse y rociarse con el desinfectante hasta que
quede completamente seco. Igualmente los baldes y tinas de alimentación deben
limpiarse, rociados con desinfectante y enjuagarse con agua limpia.
Bioseguridad
diaria
Aunque la desinfección anual
puede ayudar a controlar la propagación de las enfermedades, también es
importante tomar medidas diarias para minimizar los riesgos de salud de los
caballos.
Los procedimientos de
separación son vitales para prevenir enfermedades en los haras. Todas las
operaciones de caballos que embarquen poblaciones transitorias deben tener dos
grupos de caballos. La población residente que nunca viaja fuera de la finca y
la población flotante que viaja a espectáculos, exposiciones, eventos y paseos a caballo. Estos dos grupos deben ser
alojados, manejados y pastoreados por separado, de forma permanente.
Cuando se introduce un nuevo
caballo al haras, se debe aislar al menos durante 30 días. Un área de
cuarentena debe establecerse antes de la llegada de nuevos animales, y debe
estar separada de los demás animales de la finca. El área debe contener
utensilios separados (comederos, bebederos, instrumentos de limpieza, botas,
entre otros).
Otro aspecto importante es
el de contar con pediluvios al trasladarse de un área a otra, los cuales estén
preparados con soluciones desinfectantes. Igualmente, los vehículos que
ingresen a las instalaciones de la finca deben ser rociados con desinfectantes,
por medio de esta medida se busca minimizar los posibles patógenos que puedan
ingresar al haras.
En conclusión, al mantener
el plan de vacunación de los ejemplares al día, el mantenimiento de una
instalación limpia, instituyendo varias precauciones de bioseguridad simples, y
desinfectando regularmente cuadras y puestos, se tendrán mejores condiciones
para prevenir y controlar las enfermedades que puedan estar presentes en el
haras.