jueves, 12 de febrero de 2015

DIARREA EN POTROS

M.V. Roliana M. Sánchez N.
Roliana@gmail.com

La diarrea es un problema muy común en potros, la mayoría experimenta al menos un episodio antes de los 6 meses de edad. En muchos de estos casos la diarrea es leve y no requieren de tratamiento. En otros casos más severos, la diarrea se acompaña de signos clínicos de sepsis y shock séptico y requieren de una terapia más agresiva.


Las causas más comunes de  diarrea de tipo no infecciosa incluye el Foal-heat (el primer ciclo estral de la madre después del parto), y factores nutricionales o dietarios. Entres las causas de diarrea de tipo infecciosa se encuentran el rotavirus, Salmonella spp, Clostridium perfringes (tipo A y C es el más común), Clostridium difficile.  Las causas menos comunes de diarrea infecciosa incluye el coronavirus, Cryptosporidium parvum, otras bacterias anaeróbicas y el Strongyloides westeri.

La infección por Escherichia coli es la causa más común de septicemia neonatal y a menudo se ha mencionado como causa de diarrea, sin embargo, la identificación de la cepa E. coli enterotoxigenica es rara en potros y la E. coli es considerada flora normal del tracto intestinal. Se ha mencionado también la infección por Lawsonia intracellularis  la cual resulta en una enteropatía proliferativa, esta es observada en potros de mayor edad. Así mismo, la infección por Rhodococcus equi puede producir diarrea en potros mayores, pero es menos común.

El manejo inicial debe estar basado en la historia clínica, los signos y el examen físico del potro. Todo esto provee información importante para determinar su etiología.  Por ejemplo, el Foal Heat es la causa más común de diarrea en potros de 5 a 10 días de edad. Se muestran alertas, afebriles, con heces blandas de color marrón claro. Estos potros requieren mínima intervención debido a que se resuelve rápidamente. Sin embargo, potros mayores de 2 semanas, que presentan depresión, anorexia, fiebre, heces acuosas profusas y signos de cólico requieren atención médica. Estos potros presentan un elevado riesgo de desarrollar septicemia por acción de la Salmonella, E. coli, rotavirus o infecciones clostridiales.

La historia de diarrea en otros potros sugiere que la  infección es dada por un patógeno contagioso. Mientras que un régimen de inadecuada eliminación de parásitos en potros indica parasitismo como causa de la diarrea.

Para el examen diagnóstico se debe colectar una muestra de sangre para obtener un contaje celular completo, perfil químico y niveles de fibrinógeno.  Así mismo, una muestra fecal debe ser tomada para evaluar el patógeno específico, se deben monitorear los niveles de IgG en neonatos, cultivos de sangre y análisis de gases en sangre arterial.  La caracterización de la diarrea es imperativa para el diagnóstico. La diarrea hemorrágica sugiere enterocolitis clostridial. La diarrea por rotavirus es de tipo profusa con un olor característico, que cambia cuando se complican con otras bacterias como la E. coli.

En potros recién nacidos o potros mayores de 6 meses de edad con diarrea acompañada de signos de sepsis (depresión, fiebre, mucosas congestivas, hipotermia), deben ser administrados antibióticos de amplio espectro, debido al riesgo que se presenta por la translocación de una bacteria a través de la barrera gastrointestinal produciendo una bacteremia.  Los antibióticos comúnmente usados incluyen aminoglicosidos como la amikacina y gentamicina (menos usada debido a su potencial de nefrotoxicidad) y penicilina. A su vez las cefalosporinas de tercera generación son muy utilizadas (ceftiofur). El metronidazol es útil para tratar la colitis clostridial al igual que la administración oral e intravenosa de antitoxina contra el C. perfringes C y D (debe administrarse diluida en suero de Ringer Lactato).  Para tratar la L. intracellularis  se recomienda la administración de oxitetraciclina o doxiciclina, macrolidos (azitromicina, y cloranfenicol con o sin rifampicina). En caso de que se sospeche de una parasitemia la administración de moxidectina ha dado resultados (no se recomienda en potros menores de 4 semanas de edad).

En muchos casos, la hidratación normal en potros debe ser mantenida por la administración oral de fluidos. Los potros severamente afectados deben ser mantenidos con fluidos endovenosos.  Se recomienda la hidratación aproximada de un 5% del peso vivo del potrillo. Evaluar la hipovolemia en potrillos es más dificultoso que en animales adultos, los signos incluyen membranas mucosas secas, ojos hundidos, taquicardia, llenado capilar prolongado (más de 2 segundos), tiempo de retracción de la piel incrementado (no se evalúa en potros), pulso disminuido y disminución de la producción de orina.  Se recomienda por ello el seguimiento de los niveles de hematocrito, proteínas plasmáticas y fibrinógeno.  Para corregir la hipovolemia se recomienda administrar fluidos intravenosos 10 a 20 mL/kg (500 a 1000 mL por cada 50 Kg) lentamente los primeros 20 a 30 minutos.  

Las transfusiones de plasmas y coloides sintéticos son muy utilizados en la terapia para incrementar la presión oncótica y mantener el volumen circulatorio en potros con hipoproteinemia (< 4 g/dL) e hipoalbuminemia (< 2 g/dL). La temperatura, el pulso y la respiración deben  ser monitoreados durante la trasfusión y el plasma debe pasarse lentamente debió al potencial de generar reacciones anafilácticas. Entre los beneficios adicionales de la transfusión plasmática se incluyen la provisión de anticuerpos (indicado en potrillos con falla en la transferencia pasiva de anticuerpos calostrales), factores de coagulación, antitrombina y otras proteínas. La administración de suero híperinmune brinda una excelente protección contra patógenos como la Salmonella pps. y la E. coli, bacterias altamente involucradas en estos procesos (se utiliza comúnmente para el tratamiento de potrillos con sepsis y endotoxemia).

La terapia puede estar acompañada de AINEs como el flunixine meglumine, muy utilizado para disminuir los riesgos de endotoxemia, fiebre y proveer analgesia. Se recomienda utilizar bajas dosis en potrillos debido a su potente nefrotoxicidad. 

El tratamiento incluye también protectores intestinales y absorbentes como el caolín/pectina y el Subsalicilato de Bismuto. El bismuto cubre la mucosa gastrointestinal, mientras que el subsalicilato posee  poca actividad antiprostaglandinica. El caolín/pectina actúa primariamente uniéndose a la mucosa. A su vez, puede acompañarse del uso de medicamentos antiulcerantes como el omeprazol en potros severamente afectados. Así mismo, el uso de sucralfato puede contribuir ya que este se une a las ulceras incrementando la producción local de prostanglandinas, y el flujo sanguíneo. También mejora la consistencia de las heces si es aportada luego de que el problema ha sido resuelto.  Los probióticos son recomendados para restablecer la flora bacteriana normal del organismo, ayudando en la disminución de la severidad y duración de la diarrea.

Dentro de la prevención de la enfermedad debe destacarse que una buena higiene (adecuada limpieza y desinfección de puestos, bebederos y comederos) y manejo sanitario que incluyen los planes de vacunación contra los principales agentes involucrados en la enfermedad. La vacunación contra rotavirus debe aplicarse en las madres gestantes a los 8, 9 y 10 meses de preñez. 

Tomado de: BEARD, Laurie. Therapeutics in Practice, Managing Foal Diarrhea. Compedium Equine: Continuing Education for Veterinarians. Yardley, Pennsylvania, Estados Unidos de América. Vol., 4. Nro. 1. Enero, febrero, 2009.

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